Atlántida

Atlántida es un lugar muy bonito y muy tranquilo, casi, demasiado tranquilo, debo reconocer que llegamos a este balneario por casualidad, ya que simplemente estaba en la mitad de donde queríamos llegar, y fue una muy grata sorpresa.

Como ya mencioné no nos costó mucho encontrar alojamiento, así que nos quedamos en un pequeño hotel familiar llamado Piroska, muy lindo, muy bien decorado, con rica comida (sus dueños eran alemanes) y con todas las comodidades que a esas alturas necesitábamos con urgencia.

Día 7. Atlántida.
Apenas amaneció salimos a recorrer la ciudad, en la noche llovió un poco, así que bajamos a la playa y aprovechamos de recorrer la ciudad. Aquí vivió Natalio Mechelizzi, un millonario italiano que se dedico a hermosear la ciudad con sus ideas de edificios que fueron realizados Juan Torres, es así como dos de sus símbolos son el Aguila y el Edificio El Planeta, así que pasamos gran parte del día paseando y conociendolos.




En la tarde, nuestro segundo acercamiento con la suerte en el Casino, donde nuevamente ganamos al tiempo que pasamos una velada muy divertida (a estas alturas ludopática, pero divertida).
Luego, una torrencial lluvia nos acompañó al irnos a dormir.

Día 8. Rumbo a.... Punta.
Amaneció, luego de arreglar todo, comprobamos lo rápido que actúa la corrosión en este tipo de climas, ya que la cadena y varías piezas de las bicicletas estaban con una buena capa de óxido, nada que un poco de WD40 no pudiese arreglar.
Una vez con todo listo nos encaminamos a la carretera, la lluvia aún seguía, no era fuerte pero si constante, así que nos aprovisionamos de bolsas de basura para cubrir el equipaje, sin embargo el mayor problema que se presentaba en los próximos 50 kilómetros era el viento, por lo que luego de dar unas vueltas (y buscar unos de los 2 o 3 cajeros automáticos que hay en esa localidad), decidimos realizar el traslado vía bus.

Aquí surgió el problema de: será necesario desarmar las bicicletas?... en el trayecto Colonia-Montevideo no tuvimos ningún problema en moverlas completamente armadas y con el equipo, y supusimos que acá tampoco sería inconveniente.
El bus paró, el asistente amablemente nos abrió las maleteras, pero en eso bajo el conductor, un petizo amanerado e histérico que no echó la media foca, por no tenerlas desarmadas, el weón bajó a foquearnos así como que nada, humillados, como niños retados por la tía del jardín, subimos a nuestros asientos, debido a los problemas cambiamos el destino, en vez de Piriápolis sería directamente Punta del Este.

Lo bueno, el bus tenía wifi, así que el viaje se hizo significativamente más placentero, y corto, así que en muy poco rato arribamos al terminal de Punta.
Lamentablemente perdí el seguro del bloqueo de mi eje delantero, lo que me dejó idiota buena parte de la mañana, y es que soy idiota y me carga perder mis cosas.

De nuevo no tuvimos problemas en encontrar Hotel, así que nos alojamos en el Marbella (U$85 hab. doble), estratégicamente ubicado entre la Playa Mansa y la Playa Brava, casí al lado del Casino (a estas alturas una necesidad para la Paula), y de la mano.

Así que estaba todo listo para disfrutar de este nuevo destino.
Por cierto el wifi del Hotel era pésimo, pero justo al lado había una tienda Geneva, la cual gentilmente me prestó su abundante ancho de banda durante toda la estadía, me hubiese gustado comprar algo, pero los precios eran el triple de lo que cuestan en Usa.

Montevideo

Al salir de Buenos Aires se acabaron varias cosas, en primer lugar se acabaron las comidas ricas y baratas, se acabó el hospedaje en hostales y se acabó el wifi, lo que limitó considerablemente la puesta al día de nuestra aventura.

Día 4.
Salimos muy temprano para tomar el Buquebus, tras correr por las calles de Buenos Aires para llegar a la hora, y luego de correr para comprar los pasajes y hacer el check-in, logramos acceder al ferry que cruza desde Buenos Aires hasta Colonia en Uruguay, resultó ser una experiencia muy agradable ya que el Eladia Isabel, era un tremendo barco (casi no se sentía el movimiento) que contaba con tienda, bares y hasta pinballs, sin embargo, luego de pasear el movimiento cunístico nos venció y caímos rendidos ante el sueño, despertamos poco antes de llegar a Colonia.



En Colonia pasamos por migración de forma más que expedita, de hecho la señora nos dijo:
-"Tienen equipaje?"
-"sólo las bicis"
-"ah entonces pase y salga con ella"... nada más cómodo.

En el terminal de Colonia tomamos un bus que nos permitió llevar las bicis armadas hasta Montevideo.
Aquí se presentó una gran diferencia con Buenos Aires, ya que Montevideo no sólo es chiquito, sino que sus cuadras son pequeñas y los edificios es como si los hubiesen comprimido, es como si un edificio normal fuese comprimido para alcanzar en sus pequeñas cuadras... Primera insatisfacción la cómida era cara y mala, nada que ver con Baires... recorrimos el centro buscando donde quedarnos y nada.
No había hostales, no había hoteles... después de vagar un rato la Paula llegó a pensar que era por nuestra pinta y por el hecho de andar con las bicis, al final se nos acercó un pintoresco personaje en una bicicleta y nos recomendó un lugar.
Así llegamos al Hotel Montevideo, tenía olor a viejo y esa paleta de tonos café-verdosos típicos de lo que estaba de moda como en los años 60, la gente nada que decir, muy amables nos facilitaron la cochera para dejar las bicis, la habitación era simple, el baño era extraño, ya que al parecer es común que no usen tina sino la ducha encima de un espacio del baño y un orificio de desagüe, ojo, no se malinterprete, no era pobreza, ya que luego comprobamos en otro lugar que esto es como común.
Luego descubrimos que el motivo de la escasez de habitaciones se debía al Carnaval, así que pasamos parte de la tarde observándolo a pocas calles de distancia (no era muy espectacular, debo reconocerlo, sin embargo es un hito dentro de la ciudad)


Una de las pocas riquillas de Montevideo



Luego comer algo, una Pizza pésima (peor que las de Santiago) y una lasaña que parecía burla de lo pequeña que era...

Día 5.

Este fue el día de pasear por Montevideo, gracias a su reducido tamaño es ideal para recorrerla en bici o caminando, paseamos por la ciudad vieja, que es muy bonita, comimos una rica y carísima comida en el Mercado, luego paseamos tomando fotos y conociendo esta ciudad, que nos dejo un recuerdo como a Valparaíso, y en otros se nos aparecía como una ciudad media caribeña... De ahí a las Ramblas, que es como se conoce la calle que rodea la zona costera y las playas, las playas de Uruguay son hermosas, y aquí una Segunda insatisfacción: la naturaleza es cruel en Uruguay, ya que simplemente los hombres son ricos y las minas son feas, nada que hacer... sólo ampararse en la idea (vendida por la publicidad) de que en Punta del Este no sería así.


Palacio Salvo, Plaza de la Independencia



por la noche fuimos al Casino de Montevideo (lo que más hay en Uruguay son Casinos) y ganamos como unas 15 lucas, así que nos fuimos a celebrar y tomar unas chelitas a la ciudad vieja, de ahí un taxi al hotel, y nos felicitaron, por conocer la ciudad, ya que le indicamos al taxista (que era nuevo) como llegar al hotel, y por "hablar tan bien" jajaja debo ser el chileno que peor habla, aún así le gustó nuestro acento.

Día 6.
Nos levantamos temprano ya que debíamos pedalear hasta Atlántida, distante como 50 kilómetros desde donde estábamos, la mayor parte del día recorrímos la enorme Rambla que bordea la costa (fácilmente unos 20 kilómetros), hasta sufrir un pequeño problema por el sobrepeso de las bicicletas, nada que no pudiera ser resuelto en una bomba que había por ahí... de ahí la ruta nos llevó por Ciudad de la Costa, una urbanización harto fea que ni siquiera tenía caminos asfaltados, salvo la Carretera, por lo que tuvimos que mantenernos en la berma...
Así llegamos hasta Salinas, donde comimos unos ricos tallarines, en un lugar barato que no cobraba "cubierto" (en uruguay te cobran aparte por el derecho de sentarse a la mesa, y muchos lugares cobran el iva por separado)... así seguimos hasta que amablemente un policía nos ordenó tomar la caletera para ingresar a la ciudad de Atlántida, por suerte encontramos un bonito lugar bastante rápido, ya que era de noche, teníamos hambre y queríamos dormir.

Anoche fuimos a ver Chicago, el musical, era la raja, así de simple, las actrices no sólo eran guapas sino que además cantaban y bailaban bien, los actores también... fue una buena puesta en escena (no se podía filmar ni sacar fotos, así que sólo sacamos algunas del Teatro Lola Membrives), me da un poco de lata que en nuestro país no se pueda disfrutar de obras así en la forma en que las disfrutan acá (funciones todos los días, por varios meses), sin duda hay que volver a Baires para ver otro espectáculo de este tipo.

Día 3. La Boca - Caminito.


Salimos temprano (ya que debíamos dejar la habitación y cambiarnos a otra, más pequeña pero con mejor señal de wifi) recorrimos parte del Barrio de San Telmo (donde estamos ubicados), es un barrio antiguo con calles de adoquines y muchos cafés, aquí vivió (o nació) Quino, y tiene una especie de monumento en el que sale Mafalda, nos sacamos algunas fotos ahí y luego partimos en bicicleta al Barrio de La Boca (hay que mencionar que es harto más sencillo recorrer la ciudad en bici, ya verán luego la tremenda vuelta que nos dimos éste día). Mucho se nos advirtió respecto de que el barrio tenía que ser visitado temprano y que los alrededores eran un poco peligrosos, así que partimos a eso de las 10:00, dimos unas vueltas por Puerto Madero y luego a pedir indicaciones para llegar al Caminito... yo no sé si de mala onda, o de puro desconocimiento, pero la cosa es que con instrucciones cada vez más enredadas y contradictorias llegamos al Estadio de Boca, y luego de algunas vueltas al famoso caminito.


Esta pequeña cuadra es tal y cual se muestra en las fotos turísticas, mucha artesanía, mucho restaurant (un poco caro comparado con el centro), muchas parejas bailando Tango.. y la verdad es que no parecía nada de peligroso, es decir, tipo av. Matta o Franklin, la cosa es que no tuvimos mayores problemas, paseamos tranquilamente y decidímos volver por la ruta de Puerto Madero.

Puerto Madero.


Es como uno de los lugares top de Baires, como Apoquindo, pero con mucha vegetación y un canal grande y maloliente, aún así la vía que bordea la reserva ecológica (que es un enorme humedal), esta llena de carritos y cocinerías re-picantes (y baratos), paseamos un largo rato por ahí, para luego decidir seguir una de las ciclovías implementadas rumbo a Av. Sarmiento en el Barrio de Palermo.

Ahí en Sarmiento uno llega a un enorme parque, donde entre otras cosas se encuentra el Planetario Galileo Galilei, y el Zoológico, antes de llegar se pasa por unos barrios bastante exclusivos en Recoleta, donde hay varias embajadas, la ruta es amplia y bien bonita.


Quería una foto del planetario desde que vi ese video de Soda Stereo, así me salí con la mía, alimentamos a algunos patos y gansos que viven tranquilamente en esa zona, y luego, para volver, lo hicimos a través de la Av. Santa Fe y el centro, zonas bien bonitas (por suerte), con harta tienda, paseos peatonales, muchos árboles, cafés y cosas así, es lejos el sector más lindo que hemos visto de la ciudad.

Para llegar a la casa tomamos finalmente Córdoba, Corrientes y 9 de julio, hay que señalar que Buenos Aires está en plena campaña de implementar la bicicleta como medio de transporte en la ciudad (incluso las arriendan) sin embargo las ciclovías son pocas, y generalmente no son respetadas por nadie. Otra cosa es el tránsito, harto más caótico que el nuestro, no sólo parten antes, sino que además al girar no avisan, y básicamente pasa el que se mantiene en el empeño de hacerlo, otra cosa común parece ser el putearse en las esquinas, algo natural debido al desorden que a veces existe.
El otro punto complicado, está dado por mi formación en una ciudad con plano de damero, dónde a lo más había que mirar a ambos lados de la calle, acá en algunos puntos es normal mirar hacia 3, 4, 5 y hasta 6 lados distintos, incluyendo autos, micros, peatones y el peor mal de todos, las motos!!! malditos motoristas son lo peor de todo el transito que acá existe (irónico no?).

Buenos Aires

Día 2. Buenos Aires.

La pieza del hotel tiene un ventilador, sin el hubiésemos muerto de calor (no es tanto como Santiago, pero es molesto igual), el despertar fue como en Apocalypse Now. Dormimos hasta tarde ya que el pedaleo de ayer fue más pesado de lo que pensamos inicialmente.


Hoy fue el turno del City Tour, tras levantarnos salimos a recorrer los puntos más turísticos de la ciudad. Cómo estamos en el centro se supone que cercano a los lugares importantes, claro que las cuadras y las calles de acá son significativamente más amplias y grandes que las nuestras, por ejemplo la Av. 9 de Julio, que es realmente grande y bonita, de ahí pasamos a comer algo (Ritz Café, aprox. 50 pesos por persona), para luego visitar el obelisco, y sacar las típicas fotos de turista junto a él.


Luego las avenidas del microcentro, donde están los teatros y tiendas, esta noche veremos Chicago, el musical, luego comentaré que tal es, se ve bueno.
Las tiendas no son tan espectaculares ni los libros tanto más baratos, tal vez hace unos años se notaba más, pero creo que ya no es así, vitrineamos harto y luego fuimos a visitar el centro cívico, la Casa Rosada y sus alrededores.



Aún me sorprenden, al igual que en Mendoza, los kioscos atestados de revistas y diarios, algo que hemos perdido un poco, igual es chistoso que los kioscos vendan por igual películas de niños y películas pornográficas y nadie se espanta.

Por suerte, este día la ciudad de nos mostró mucho más acogedora y linda que ayer, es de esperar que no nos vuelva a defraudar.



El viaje fue rápido y tranquilo, tal como lo había imaginado, me impresionó que Sky venda pasajes de diferentes clases cuando el espacio en el avión es el mismo para todos, no tan mínimo, no entiendo por qué pagar de más en algo así (no viajaron chanchos ni gallinas, sólo unas coterráneas harto feas y flaites, pero nada más).

Llegamos a Ezeiza y bajamos por esas micros-escaleras que teníamos por los años 80, la recepción en Migraciones fue rápida, y tras eso recuperamos nuestro equipaje, para notar que uno de los bolsos no había resistido bien el "afectuoso" trato de la aerolínea, mal por el bolso, ya que al ser de cordura pensé que resistiría mejor el roce y no fue así (no lo compre, es una mierda!!!!).
Tras salir, toco el turno del armado de las bicicletas, algo que fue relativamente rápido, pasamos a una estación de servicio para ajustar el aire de las ruedas y de ahí partimos por Av. Teniente General Pablo Ricchieri rumbo a Buenos Aires, antes de partir, una recomendación de un natural de la zona... "no se bajen de la carretera, ya que hay un par de villas de emergencia un poco peligrosas"... así que obedientemente no bajamos por mucho rato de la carretera, para que se ubiquen, es algo así como la norte sur, con enormes letreros de Prohibida las Bicicletas, los cuales como es de imaginar no supimos decodificar jajaja.

El trayecto es largo, muy largo, sinceramente no recomendaría hacerlo en bici, ya que si bien es bonito, es re complicado, y tiene una especie de bosque pequeño (monte) alrededor, donde fácilmente te pueden matar, violar y descuartizar sin posibilidades de ser encontrado en varios años.
Efectivamente las poblaciones eran re feas (no se si más que las poblaciones de Santiago), algunos edificios enormes, como de película de terror japonesa (realmente enormes) y algunas casitas de muy poco espacio, cuyos habitantes construyen desordenadamente hacia arriba, obviamente no paré a tomar fotos, solo procuramos pasar rápido.



Finalmente llegamos a un lugar en el cual la carretera pierde las bermas (que tienen unos malditos lomillos de toro cada 10 metros) y se convierte en algo así como Costanera Norte, motivo por el cual nos vimos obligados a bajar y buscar una ruta alternativa. En este punto cabe mencionar que Buenos Aires es super ultra mega grande, tanto así que el pedaleo constante no lleva a nada, o al menos eso parece...

Tras vagar por la ciudad y observar la fauna nativa, bastante fea, típica de los barrios periféricos, llegamos a la Av. Evita Perón (ya que la ciudad es gay friendly podría lisa y llanamente llamarse Madonna), Barrio de Flores, lugar en el que los naturales cambian significativamente y se vuelven más atractivas/os.
Era un buen lugar para parar y comer una Muzarella (20 pesos) y unas bebidas (9 pesos c/u), sacar el netbook y ubicarnos, ya que era tarde (20:30 hrs) y francamente estaba un poco choreado.



Buenos Aires tuvo un buen pasado, hace tiempo y eso se nota al llegar a la ciudad, sus calles están muy sucias, ya que hay basura desparramada en cada esquina, el asfalto está bueno, pero las veredas son una mierda, no sólo por los adoquines y losas rotas, sino por que la mantención que tienen es menos que mínima, para demostrarlo debo señalar que en varias cuadras crece maleza de casi un metro en medio de la vereda, así que la cosa no sólo era esquivar peatones (el transito es otra odisea, ya que parten antes de que termine la luz roja) sino que además esquivar hoyos y estas plantitas tan bonitas...

Tras un breve viaje de 40 cuadras, llegamos a los sitios de alojamiento, que previamente habíamos revisado a través de Hostel World y Hostels, en ellos dimos con algunos lugares que se veían bien y tenían buenas referencias, la verdad es que eran como el dick tracy, así que tras caminar y pedalar harto (mencioné que Baires es gigante?) nos alojamos finalmente en Tango Hostels, en Chacabuco esquina Independencia (cerca del centro y a un par de cuadras de Puerto Madero)... harto por un día, casí 40 kilómetros de pedaleo y ya que vimos lo peor de Baires, espero que ahora todo sea el glamour prometido.

pd. el Obelisco se ve de pura suerte ya que no tiene ni una mísera luz que lo haga destacar en la noche.
pd2. Tras revisar las alforjas estas también se ven un poco frágiles al roce.



Pobres mortales, destinados al aburrimiento y la inanición...




V.I.P. disfrutando del wisky, comida y entretención gratis... jajaja

A pedido de Chetus, he decidido escribir respecto a nuestra nueva aventura (también para justificar la existencia del Blog, tras años de no escribir en él), así que como corresponde haré una descripción pormenorizada de los antecedentes.

Dia 1.
Salón VIP, SCL.

Hace un tiempo decidimos viajar con las bicicletas para hacer la travesía más entretenida, junto con el consiguiente ahorro en transporte... ahora salir de Santiago rumbo a Baires era prácticamente impensable (pedaleando, of course), por lo que decidimos viajar en avión.
Las tarifas son realmente bajas por compra adelantada, así que a mediados de enero compramos los pasajes vía SKY, me imagino que por el precio, viajaremos junto a chanchos y gallinas, pero los lujos no van conmigo y lo importante es el viaje...

Viajar con la bici es un asunto un poco complicado, primero fue el turno de optimizar nuestro equipo, Paula cambió la suspensión y realizó un ajuste, mi Trek, al ser nueva tenía el ajuste gratuito, así que sólo restaba comprar unas buenas parrillas, ya que las que teníamos no eran aptas para trasladar bolsos.

Respecto a las alforjas, luego de mucho buscar, dimos con una persona de Quilicura que las confeccionaba, , compramos unas triples, que permiten sacar el bolso superior y usarlo como una especie de morral, además compramos un minibolsos para el manubrio que incluyen un espacio para llevar el mapa. Si bien en San Diego había un bolso más barato (alrededor de $20.000), esperamos que nuestras alforjas sean de mejor calidad y resistencia (ya lo veremos).

Luego de eso vino todo el tema de cómo trasladar la bicicleta, en Sky no ponen problemas al respecto mientras se respete el peso de 25 kilos, considere ud. querido/a lector/a que el peso de la bicicleta es de 12 a 15 kilos, lo que deja bastante poco para el equipaje, y a eso hay que sumarle el peso del envoltorio.
Buscando en la red encontramos desde la opción clásica de la caja de cartón (en la cual la bici va desarmada y sin pedales), hasta la opción de alusafoil y globitos, demasiado tercermundista para nuestro gusto.




Por suerte en el mismo sitio de Avalancha, vendían unas mochilas gigantes para el traslado de la bici, debo reconocer que en algún momento pensamos en hacerlas nosotros, pero el gasto de material, el tiempo y otros factores onanísticos, jugaron en contra así que decidimos comprarlas, por suerte nos hicieron un buen precio y las compramos por $32.000 c/u.

No documenté el proceso de embalaje, pero basta con desmontar ambas ruedas y el manillar, y debido al espacio, alcanza la bici con parrilla, y las alforjas traseras más el bolso de manubrio. Para proteger el marco coloqué la toalla entre las ruedas y éste, para que se hagan una idea la cosa es más o menos así.



Como el peso ronda los 25 kilos, no es tan imposible de transportar, y nos permitió poner todo dentro y sólo dejar una mochila pequeña para el transporte de las cosas importantes. Es de esperar que se comporte bien, por que es muy cómoda, espero que resista bien trato al momento de guardarla en el avión.

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